Nos hemos despedido del aula escribiendo la historia de la semilla que nunca debería ser plantada.
No sabíamos por qué no debíamos plantar aquella semilla, y como nos picaba la curiosidad la plantamos en casa de Pablo. Pasaron los días y las semanas sin que ocurriera nada, hasta que un día recibimos una llamada urgente de Pablo.
Fuimos corriendo a su casa, pero al llegar...¡no había nada!, bueno, sí, una planta muy alta que subía hasta las nubes.
Escalamos hasta la cima, no había nada, volvimos a bajar y encontramos a Pablo que nos saludaba y nos invitaba a merendar a su nueva casa, se había mudado cuando las raíces de la planta habían tirado el pilar maestro derribando la antigua.
La casa nueva era mejor y tenía mejores vistas.
Sugerencia: haz caso a las etiquetas pegadas a frascos que contienen sustancias extrañas.
Con este relato nos despedimos.
¡Hasta el próximo curso y suerte para nuestros compas de 6º!
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