Parece magia pero no lo es.
El sulfato de cobre cambia su bonito color azul por el blanco cuando lo calentamos, si lo dejamos enfriar y le añadimos una gota de agua vuelve a recuperarlo.
El primer cambio (el agua se evapora) es una reacción que necesita calor, el segundo (el sulfato se vuelve a hidratar) desprende calor: hemos tocado la probeta y estaba caliente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario